«Escribir no es sólo estar sentado en tu mesa contigo mismo, es escuchar el ruido del mundo. Cuando estás en la posición del escritor se percibe mejor el ruido del mundo, vas al encuentro del mundo»
Jean-Marie Gustave Le Clézio
Nació en Niza el 13 de abril de 1940, es un escritor franco-mauriciano de origen Anglo-Breton, entre sus novelas destaca «le procés verbal» (el atestado) su primera novela, «la fiévre» («la fiebre») y «le déluge» («el diluvio»), en las que pone de manifiesto los conflictos y el miedo predominante en el mundo occidental.
Aqui una entrevista contando algunas de sus impresiones:
¿Que opina acerca de lo que ultimante se habla, la «muerte de la novela francesa»?
–No estoy para nada de acuerdo con ellos. Pero, antes que nada, te diría que se equivocan en decir “la novela francesa”. Uno debería hablar de la novela en idioma francés: en Africa del Norte, en el Líbano, en Vietnam y en Canadá está muy viva la literatura, hay sangre nueva. Yo provengo de una sociedad muy pequeña, la de Isla Mauricio, que tiene su propia literatura de lengua francesa y también está muy viva. Podría decir que un 10% de sus habitantes son escritores, y hay gran cantidad de premios y becas para asistirlos. En Francia puede ser que ya esté superada la novela, pero creo que hay que sobrepasar la idea de nación.
¿Cuáles son las virtudes indispensables que debe tener un escritor?
–Es muy fácil decirlo y muy difícil ponerlo en práctica: buena memoria y capacidad para escuchar a los otros.
¿Creés que la novela francesa o, como vos decís, la novela de Francia. peca mucho de autobiográfica?
–Sí, es más, te diría directamente que la novela francesa no es autobiográfica sino autoerótica, hay una especie de encerramiento en el autoerotismo, como si no existiera el otro sino únicamente la persona que habla, y eso es una falta, un problema.
¿Qué escritores influyeron más en tu obra?
–Bueno, cuando tenía veintipocos mi autor preferido era Salinger, especialmente El guardián entre el centeno porque es increíble cómo él, a los treinta años, entró en la piel de un adolescente de quince, es algo mágico. Estaba tan apasionado con Salinger que me inicié en el boxeo porque mi partenaire se parecía mucho a él, por lo menos en comparación con los pocos retratos que vi. Además, empecé a boxear porque Salinger quería golpear a Hemingway que también era boxeador. A mí tampoco me gusta Hemingway. Más adelante en el tiempo, justamente en la época del Nouveau Roman de la que hablábamos antes, había para mí una oposición total entre Salinger y casi toda la literatura estadounidense y lo que se hacía en Francia, Alemania, Italia y España, que era herencia de Joyce pero sin el humor de Joyce, que es igual que Kafka: cáustico, agresivo y brillante; todas cosas que la nueva novela nunca tuvo. Es gracioso porque muchos dicen que el Nouveau Roman fue una gran influencia para mí, pero la verdad es que su literatura siempre me pareció pesada y difícil de leer. Es para universitarios, especialistas, con texto, contratexto, intertexto, todas esas cosas. Salinger, en cambio, era un hombre vivo. El vivía, probablemente, como yo a través de sus escritos, pero vivía, y además lo quería golpear a Hemingway… (risas)
Por Juan Pablo Bertazza. Página/12.
2008
Fuente: Infoliteratura